rodolfo infininitotdf.com.ar
El primer ministro Modi busca la releección en uno de los países más poderosos del mundo. Disputa entre el actual neoliberalismo y el progresismo de la dinastía Ghandi. La miseria social, de fondo.
India, uno de los países más diversos, complejos y ricos del mundo, ha convocado a elecciones generales para decidir quién será su primer ministro los próximos cinco años.
El proceso es de una magnitud asombrosa: están habilitados para votar 970 millones de personas (más del 10% de la población mundial) a lo largo de seis semanas, desde el 19 de abril hasta el 1º de junio. Para esto se han acondicionado 1.100.000 colegios electorales y 5.500.000 máquinas de votación electrónica. El voto es optativo, pero normalmente hay una alta participación. El recuento final de votos de los 28 estados (provincias) y de los 8 «territorios de la unión» se dará a conocer el 4 de junio. «Territorio de la unión» es una división administrativa exclusiva de la India que, a diferencia de los estados, tienen sus propios gobiernos, pero responden a la autoridad nacional y federal.
Nadie duda de la importancia de estas elecciones. India es parte fundadora de los BRICS, tiene armas nucleares, uno de los ejércitos más fuertes del mundo, es la quinta economía global (pisándole los talones a Japón y Alemania, cuarto y tercero respectivamente) y es el cuarto socio comercial de Argentina después de China, Brasil y Estados Unidos.
Sus potencias y vulnerabilidades son enormes, pero la creciente influencia que tiene no solo en el Sur Global sino en todo el planeta nadie la discute. La proyección de la India como un actor relevante en la escena internacional es un factor ponderado por gran parte del electorado. El actual primer ministro, Narendra Modi (73), quien busca ser reelecto para un tercer mandato consecutivo, lo sabe y lo exhibe en cada oportunidad internacional que se presenta.
El sistema de la India es parlamentarista, una de las tantas herencias que, como el idioma inglés que convive con el hindú y otras lenguas vernáculas, les dejó la extensa e intensa colonización británica. La ciudadanía escoge a 543 de los 545 integrantes del Lok Sabha (Casa del Pueblo o Cámara Baja). Los dos escaños restantes los designa el presidente. La bancada que obtenga la mayoría (mínimo 272 legisladores) elegirá al primer ministro, quien es el que tiene el poder real.
Dos ideas en pugna
Los dos contendientes principales son Modi y su Partido Bharatiya Janata (BJP, de extrema derecha), que ya lleva 10 años en el poder, y el opositor Rahul Gandhi, del histórico Partido del Congreso o Congreso Nacional Indio (CNI, centroizquierda), partido que gobernó gran parte de los 77 años que lleva la India independizada del Reino Unido (15 de agosto de 1947). Rahul es descendiente de la dinastía Nehru-Gandhi, bisnieto del líder independentista y primer mandatario indio, Jawaharlal Nehru, nieto de la ex primera ministra Indira Gandhi e hijo del ex primer ministro Rajiv Gandhi. Los dos últimos fueron asesinados estando en el cargo.
El CNI ha sido desde su fundación un partido socialdemócrata, laico y secular, que buscó unificar el país respetando las diversidades multiétnicas, multiculturales y religiosas (79,8% hinduistas, 14,2% musulmanes, 2,3% cristianos, 1,7% sijs, entre las principales). Durante la Guerra Fría, la India gobernada por el Partido del Congreso estaba muy cerca de la Unión Soviética, fue miembro fundador del Movimiento de No Alineados e influyó enormemente en las gestas anticolonialistas de Asia y África. Sus cuatro pilares era: democracia, socialismo, unidad y laicismo.
En el polo opuesto, el BJP o Partido del Pueblo es un partido conservador de derecha que busca imponer un nuevo orden basada en tres pilares: 1) la gloria de la civilización india, 2) la seguridad nacional y 3) el neoliberalismo, lo que incluye privatizaciones, reducciones impositivas para las corporaciones, ajuste para las políticas sociales, flexibilización laboral y presencia mínima del Estado. Sin embargo, como señala el historiador y analista indio Vijay Prashad, director del Instituto Tricontinental de Investigación Social, «ningún otro gobierno usó tanto el Estado como Modi, al punto que el primer ministro proporciona planes sociales en su nombre y no en nombre del Estado».
En cuanto al primer pilar, el BJP es un partido abiertamente xenófobo. Está formado por organizaciones nacionalistas extremas que defienden el hinduismo radical –la hinduidad o hindutva– como identidad socio-religiosa. Modi siempre ha explotado el enfrentamiento religioso del pueblo indio con fines electoralistas. La semana pasada, durante un discurso de campaña, dio una muestra de esto al llamar a los musulmanes de la India «infiltrados» y «personas que tienen demasiados hijos». Ahondar esta grieta ha sido muy redituable para el primer ministro ya que logró cooptar al elector indiferente. En 2009, el voto hindú fue el 22% del total mientras que en la última elección (2019) fue del 44%
www.infinitotdf.com.ar ——rodolfo mac lachlan